sábado, 6 de noviembre de 2010

Presentación del Proyecto Esperpento


UDistritopía

se complace en presentar

a la comunidad Colombiana

su más apreciada subversión,

el

Proyecto Esperpento,

con el que se espera causar

ampolla en la sociedad circundante, deambulante e

itinerante.



Ante la ociosa forma de autocontemplación propia de la raza humana

ante la autocomplacencia infame en que nos regodeamos

ante las consabidas y falsas representaciones de nuestra propia raza (la humana, queremos decir)

ante la falsa representación del espíritu de nuestras naciones

ante la falsa representatividad, insistimos, de los íconos que se han encumbrado como delegados de lo auténticamente nacional

ante el patrioterismo exaltado de los discursos oficiales y sus mensajes visuales

ante esto y mucho más que seguramente el tiempo propiciará, el Colectivo UDistritopía, en pleno derecho de sus facultades sub-versivas, per-versivas y denostativas, proclama la creación del Proyecto Esperpento, cuyas directivas decretan, a su vez:


  1. Los medios de comunicación son una mentira —especialmente este.
  2. La mentira reside en suprimir la multiplicidad de la personalidad humana.
  3. A través de los medios oficiales (posiblemente tan terroristas como las fuerzas armadas legales e ilegales) se busca mentir acerca de nuestra propia naturaleza.
  4. Los medios de comunicación en general distraen la atención de los sucesos que deberían captarla per se.
  5. La imagen sumamente positiva e im-positiva proyectada a través de los medios y campañas pro-patriotas es errada, puesto que hace a un lado a los demás por propiciar una imagen aparentemente negativa, y que vendría a completar plenamente el cuadro de nuestras costumbres. Además, esta imagen im-positiva nos distrae de lo otro que también somos, de lo otro que también hace parte de nuestra patria. Nos distrae de nuestros verdaderos problemas como nación, que bajo esa fingida y bien pagada sonrisa beneplácita y complaciente a la inversión extranjera esconde todas nuestras desgracias y faltas como nación y como cultura.

El esperpento, decía Ramón María del Valle-Inclán, se da cuando los héroes clásicos son reflejados en los espejos cóncavos. Y añadía: “El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”. Y lo que bien vale para la vida española vale para la totalidad de la humanidad y aún más para esta pequeña nación “cuya única tradición ha sido el fracaso”, para esta pequeña nación que pretende esconder su deformidad y mofarse de la de los demás, para esta pequeña nación que busca hacer de cada ciudadano un héroe pero que ha olvidado a quienes se han quedado como por fuera de la “cultura” representada idealmente light en los espacios audiovisuales. Repetimos y adaptamos, con todo el placer que ello nos permite, que el sentido trágico de la vida colombiana sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada, una estética que desnude al héroe hasta hacerlo ver como el pícaro que realmente es, como el misérrimo ser humano que esconde sus debilidades bajo la aparente faz de la superioridad, ya que no intelectual, preferiblemente estética.


Y no es que consideremos que no existan los héroes, que no exista lo loable, que no exista lo destacable. Es sólo que a la par de todo eso que posiblemente pueda considerarse hermoso y representativo de nosotros mismos, paralelo a este fingido mundo de perfección y delicadeza existe un mundo sórdido y oscuro, miserable y trágico. Esto es lo que forma la sociedad contemporánea, y en esta singular mezcla la belleza, también, pacta con la maldad, el orden pacta con el caos, la legalidad con la ilegalidad. Los engañados no son quienes critican de forma ferviente el orden de las cosas actuales, quienes ven enmascaramiento donde parece haber amabilidad y perfección. El engañado, como bien nos decía Pedro Gómez Valderrama en ése memorable texto acerca de la brujería, es quien asiste al espectáculo creyendo de forma ciega en la verdad representada en escena, quien acude y consciente la legalidad de la forma de la verdad oficial y quien, de esta forma, legitima el acto político que legaliza toda acción tomada frente a los atentados contra la razón oficial.


Por esto, las directivas del Proyecto Esperpento, en presencia del comité del Colectivo UDistritopía, afirman vehementemente (y el Colectivo UDistritopía acepta plenamente) y con fiereza:


  1. Ser colombiano no es un Premio, es un mero accidente. Somos colombianos como bien podríamos haber sido venezolanos o moscovitas. Ser colombiano se acerca más al acto de fe, como dijera Borges. Somos colombianos por defecto, porque nos toca y no porque hayamos elegido (elegir no es opción en nuestro país).
  2. Estamos absolutamente de acuerdo en que Colombia Es Pasión. Colombia es Padecimiento, Colombia es Pasiva, Colombia es contraria a la Acción, Colombia es Perturbada y Desordenada de Ánimo.
  3. Colombia Soy Yo, sí. Así como también lo son los miles de desplazados que pueblan la urbe como población fantasmal (porque aquí en la ciudad, quizá como en el campo, no gozan de los mismos derechos y oportunidades de los que, en teoría, nosotros gozamos), así como también los son ladrones, indigentes, narcotraficantes, prostitutas, modelos, presentadores, vendedores de semáforo, profesores, taxistas, negros, indios, cantantes de autobús, víctimas de grupos armados ilegales y legales, timados por pirámides y por Gobierno por igual. Sí, creemos fervientemente que todos Somos Colombia, que ése patriotero Colombia Soy Yo vale por igual para todos y cada uno de los que nacimos y vivimos en este lugar, sin importar lo feos o desarraigados, lo viciosos o malolientes, lo abiertos de piernas o cerrados de brazos, y no solamente como fórmula contra uno de miles de golpes que recibimos a diario.
  4. No estamos adscritos a ninguna escuela de pensamiento, a ninguna ideología política, a ningún postulado filosófico o académico. No somos ni de izquierda ni de derecha ni aparentemente centrales. En este sentido estricto, no somos nada.
  5. Seremos terroristas (“Teroristas!”) visuales, gestuales, escriturales; seremos per-visionarios, sub-versionarios, denostationarios; seremos contrarios al patrioterismo y a los patrioteros sin dejar de ser patriotas y com(prometidos)patriotas; seremos esperpentos, esperpenticistas, esperpentadores, esperpentionarios; seremos, finalmente, una minúscula horda de Terroristas de los Sentidos (hoy que esta palabra es casi castigada con sólo mencionarla).

Todos aquellos que se sientan llamados por este anticompromiso con la Patria de las campañas publicitarias, todo aquel que se sienta mínimamente representado en las palabras anteriores y sus postulados, todo aquel que se sienta profeta en patria ajena, todo aquel que no se sienta patriotero, todo aquel que se sienta apátrida, todo aquel que sienta un mínimo resquicio de culpabilidad (que no la apague, por favor), todo aquel que sienta necesidad de hablar y de gritar también, todos están invitados a unírsenos en este que podríamos considerar un verdadero Grito de Independencia de la conquista audiovisual, todos están invitados a desacralizar como se debe estos símbolos económicos y mercantilizados de lo que se pretende afirmar como buen ciudadano, como buen patriota, como buen ser humano.


Filología.



Traducción José-Benito Alique
Imágenes Pierre Bonnard


Examen del Padre Ubú en el Saint-Sulpice colonial.

EL HERMANO IGNORANTINO. ¿Sabe usted escribir, Padre Ubú?
PADRE UBÚ. ¡Cuernoempanza! ¡Nos sabemos de todo! ¡Esa pregunta nos ofende! Y además, ¿quién es usted, señor, para permitirse dudar de nuestros conocimientos?
EL HERMANO. El hermano Margallón, ignorantino.
PADRE UBÚ. ¿Qué pasa? ¿Que no tiene demasiada instrucción? ¿Y entonces por qué se pone a hacer el maestro de escuela y a preguntarme si sé yo? Por lo menos debería tener el pudor de no pregonar su ignorancia a continuación de su nombre.
EL HERMANO. (Plácidamente.) He dicho ignorantino como podía haber dicho latino. Pero insisto, Padre Ubú, ¿sabe usted escribir?
PADRE UBÚ. A las mil maravillas, señor.
EL HERMANO. Entonces dígame, por favor, ¿de qué se compone la a minúscula?
PADRE UBÚ. La a minúscula se compone, ¡cuernoempanza!, de una especie de cosa redonda a la que de un lado le sale una especie de cosa alargada. ¡Mucho nos pesa vernos obligado a inculcarle tan elementales conceptos!
EL HERMANO. He aquí, Padre Ubú, un tierno negrito que va a corregir sus errores. Abre una caja de resorte, de la que sale el negro. Pavor del Padre Ubú.) Conteste, Zozó. ¿De qué se compone la a minúscula?

EL NEGRITO. (Recitando.) La a minúscula se compone de la c minúscula, letra madre, y de la i minúscula, igualmente letra madre.
PADRE UBÚ. Eso no nos interesa en modo alguno.
EL HERMANO. Veamos. ¿De qué se compone la t minúscula?
PADRE UBÚ. Bueno, eso es menos difícil. La t minúscula se compone de un tallo vertical con una pequeña astilla columpiándose en su parte superior.
EL HERMANO. (Después de mirar al Padre Ubú con conmiseración, pregunta al negrito.) ¿De qué se compone la t minúscula?
EL NEGRITO. La t minúscula se compone de la i minúscula, letra madre, prolongada hasta un poco más arriba del punto ideal de la i, lugar ideal en que dicho punto ideal se bifurca, convirtiéndose en una doble barra transversal.
El Padre Ubú hace gestos de evidente aburrimiento.
EL HERMANO. Está bien. ¿De qué se compone la q minúscula?
PADRE UBÚ. ¡Oh! ¡Oh! ¡Esto comienza a interesarnos![1]
EL NEGRITO. La q minúscula se compone de la i minúscula, letra madre, prolongada hacia abajo en forma de rabo por uno que sobrepasaría ligeramente la posición del punto ideal de la i, si se tuviera la costumbre de poner los puntos bajo las ies, y de la c minúscula, letra madre, colocada arriba a la izquierda.
EL HERMANO. Francamente bien, hijo mío. Y ahora dime, ¿de qué se compone la Q mayúscula?
PADRE UBÚ. ¡Oh! ¡Oh! ¡Esto nos interesa aún en mayor medida!
EL NEGRITO. La Q mayúscula se compone de la O mayúscula…
PADRE UBÚ. (Interrumpiéndole.) De la O mayúscula, de acuerdo jovencito. De la O mayúscula, letra madre, para decirlo todo…
EL NEGRITO. (Severo.) … de la O mayúscula, que no es una letra madre, y de la c minúscula, letra madre.
El Padre Ubú queda aplanado.
EL HERMANO. Observe, Padre Ubú, qué erudición tan sobrecogedora, fruto de mis enseñanzas, claro está, para alumno de tan tierna edad.
PADRE UBÚ. ¡Bah! No le veo ningún mérito. Es de cartón.

EL HERMANO. ¿De cartón? ¡De carne y hueso, y, además, relleno de ciencia! Por otro lado, Padre Ubú, ¿cree usted que usted mismo es de verdad? (Al negrito.) ¿Qué deber te tiene ocupado en este momento, hijo mío?
EL NEGRITO. Estoy volviendo a copiar en limpio mi cuaderno de apuntes, porque se me cayó un tintero encima de él.
EL HERMANO. ¿Y disfrutas con esa ocupación?
EL NEGRITO. Sí, querido hermano. Disfruto mucho.
EL HERMANO. ¿Y no sientes arrepentimiento por haber dejado caer el tintero sobre tu cuaderno de apuntes?
EL NEGRITO. Sí, querido hermano. Lo deploro amargamente. Si tal cosa no hubiera ocurrido, hubiese tenido la satisfacción de volver a copiarlo en limpio tan sólo por que sí.
PADRE UBÚ. (Explotando.) ¡Pues que lo haga otra vez por que sí cuando acabe de hacerlo! ¡Y, a continuación, que copie dos, tres, veinte veces su propia persona, sobre la cual, evidentemente, ha dejado caer un gran número de tinteros el muy gorrino!



[1] La pronunciación de la letra q, en francés, es muy parecida a la de la palabra que en dicho idioma sirve para designar el trasero (N. del T.) (Mejor dicho, el culo -N. del CUD.-).