martes, 30 de marzo de 2010

Re-intentos



Parece ser que UDistritopía brilla por su ausencia antes que por su locuacidad. Bien escribía Wittgenstein que de lo que no se puede hablar hay que callar, y consideramos que lo hemos practicado hasta el hartazgo de la estética del silencio, por lo que es tiempo de iniciar (o re-iniciar) un camino trazado hace cerca de dos años, cuando a nuestro 'patafísico líder se le ocurrió la fantástica idea de re-crear una serie de imágenes y textos (sabemos que no todo texto es escrito). Solamente que olvidó, para mala fortuna nuestra, el hecho innegable y necesario de llevar a cabo la publicación conciente y apropiada de sus pensamientos en un medio decentemente escrito, alejado de la dantesca marea de su mente.


Por esta razón, hemos decidido poner en funcionamiento, una vez más (y esperamos de forma definitiva), la maquinaria que mueve a UDistritopía, que se encuentra perfectamente acoplada para esta tarea (rediseñando secciones especiales entre otras cosas que se verán a su debido tiempo). Por lo pronto, los dejamos con una ligera nota de nuestro amigo y udistritopista, principal motor de Udistritopía, que esperamos culmine en un texto de mayor envergadura y profundidad.




El manejo del lenguaje, el dominio de una palabra confiere poder. Es bastante obvio. Los medios audiovisuales poseen un gran dominio del lenguaje —un gran poder— o, por lo menos, existe alguien que se encarga de esto. Decir, por ejemplo, “falsos positivos”, cuando el término exacto es “ejecuciones extrajudiciales”, o decir “bandas emergentes” donde debería decirse “reagrupaciones paramilitares”. El lenguaje, las palabras, si bien contienen el “enunciado de la verdad” —como dijera nuestro amigo V—, también posee la capacidad de enmascararla, de disfrazarla, de hacerla ver más tenue y menos voraz, menos hiriente… En suma, falsifica la realidad en que nos vemos envueltos. Dejemos de lado la literatura. Como mencionara Nabokov, “la literatura es invención. La ficción es ficción”. Y en nuestro país, como en cualquier otro, asesinar a otra persona fuera del marco judicial y legal constituye eso y nada más: asesinato, crimen. Que no nos vengan con el cuento de que son maniobras de opositores y, mucho menos, errores humanos que cualquiera cometería… Sólo haría falta que nos sintiéramos culpables por los caprichos del victimario, que es lo que en fondo se busca, una complicidad aliada con la estupidez endémica heredera de nuestra cultura enferma.

Algunas palabras sobre las palabras.



Por Richard Leön
Imagen S.L.


Nada como estar ante una puerta desconocida y traspasarla para transgredirse uno mismo y a los demás. Claro está que, la trasgresión ejecutada en las otras personas, no pasa de ser una mera ilusión que llegamos a tener: la de guiar (por la fuerza… de nuestros argumentos, por supuesto) a quienes nos rodean hacia nuestro pensamiento. Muchas personas niegan a la palabra ese don encantador que poseen, pasando por sobre ellas cual si no estuviesen allí para cumplir con un objetivo tan claro como el agua, que es, obviamente, el de comunicarnos. Aun cuando esto sucede, soy de los que creen en el valor universal de éstas y me esfuerzo por mostrárselo a las personas que me rodean. Eso sí, no tomaría ejemplos tan desusados y desacreditados como ese que reza “sin las palabras ¿cómo nos comunicaríamos?”. Para mí, un ejemplo clarísimo sería que con una palabra una persona puede quedar más herida que de un puñetazo en el rostro ¿Han visto la expresión de un profesor cuando se le dice que es un cretino, la de un amigo cuando se le dice que es un imbécil, la de una madre cuando se l
e trata de burra o la de un anciano cuando se le llama vetusto miserable? He ahí una parte visible del verdadero poderío de la palabra, del que no nos percatamos aunque lo usamos de forma continua.

Por otro lado, existe la posibilidad de ser encerrado en la palabra por un usuario inescrupuloso, quien nos condena a vivir bajo palabra. Cuando nos llaman de cualquier forma, para describirnos ¿acaso no nos están encerrando en una palabra, cuando nos llaman cumplidos, serviciales o dúctiles? Inclusive, se llega a dar el caso en que son varias las cárceles que nos mantienen palabraclaustrados en juicios en los que la palabra es la clave determinante de toda la cuestión. Lo que se nombra (o empalabra) ya no puede aspirar a ser otra cosa más que la nominada, ya no puede soñar (soñar!! Qué palabra!!) con encarnar otra idea… ¿Ha existido un solo árbol que pudiera ser ave? ¿Un lince que pudiera ser liebre? Desde que se le otorgó al árbol su nombre, éste ya no pudo arrancarse de la tierra, se le condenó a vivir anclado ¿Qué decir del lince? ¿Qué decir del hombre?

El hombre (Homo erectus, homo sapiens sapiens, Homo messura, Homo-X) cuando se denomino a sí mismo como hombre, dejó de ser animal, para erigirse en superior y humano. Se ha llegado a llamar Dios (sutilmente) y ha llegado a considerarse mejor que los animales inferiores o ¿acaso el cerdo es tratado bien por ser quien es? ¿No es por su carne que lo queremos, cuidamos y criamos? Con una pequeña confusión histórica (que poco tendría de confusión, realmente), si nosotros fuésemos llamados como especie cerdos y los cerdos humanos ¿no veríamos a los humanos por encima del hombro y con ojos golosos? ¿No usaríamos el concepto de humano para ofendernos entre nosotros?

He ahí queridos cerdos cómo las palabras forman un laberinto intrincado y plagado de formas arbitrarias incambiables, que nos extravían de forma asombrosa. Pero, tranquilos pezuñientos, existen métodos para romper las reglas laberínticas. Sin embargo, estos métodos sólo se pueden adquirir por medio de la creatividad, de conocer las reglas retóricas y de la irreverencia para con ellas… Eso sí, buena irreverencia.






Ficciones y-realidades.



Por Richard Leön
Imagen S.L.



¿Qué harán los visitantes? Filmar… Volver a meter dentro de su caja negra
a los personajes que no deberían haber salido de ella, pero habrán de aprovechar
la ocasión para unirse a ellos… Y todos ellos podrán verse juntos en la pantalla con
Mickey, Donald y el príncipe azul.

Marc Auge(?).




El mundo moderno nos ha traído ventajas, no se puede negar. Sin embargo, nos ha estado tragando de a poco, gramo por gramo, y nos ha introducido en un novísimo escenario: la realidad virtual. —¿De qué otra forma podrían clasificarse los, tan de moda, realities?— Y ésta es apenas una de las caras del monstruo de mil rostros. Podemos imaginar los otros que han poblado y colonizado nuestra mente (suponiendo que imaginar viene de imagen, entonces…).

Nos encontramos tan inmersos en esta nueva realidad (¿New Reality?) que podríamos llegar a creernos personajes de una gran tragicomedia; tratar de captar la atención de nuestro grandioso público podría parecer nuestra tarea primordial. Además, ese público frente al que actuamos seríamos nosotros mismos, estamos observando constantemente nuestro desempeño actoral en la trama maestra de la historia. Sin embargo, este observarnos a nosotros mismos no implica que alcancemos a percibir nuestra propia individualidad. Al contrario, nos confunde dentro de un círculo actancial del que no formamos parte realmente, en el que no hemos tenido un papel protagónico… A no ser el de simples espectadores… Todo ello hace que nos supongamos como una de las caras de la nueva realidad.

Si no percibimos nuestra propia individualidad ¿no terminaremos atrapados al interior de una “caja negra” o almacenados magnéticamente en una cinta de video o audio?

Confundidos, de esta forma, en la gran masa informe de nuestra realidad inmediata, solamente nos quedaría sumirnos en la inopia total, negar el conocimiento que de nosotros mismos tengamos y arremeter contra este nuevo mundo de forma quijotesca… Sería, sin duda, el mejor papel que podríamos desempeñar al interior de la virtualidad que nos rodea.


Infringir las nuevas leyes y poner a tambalear a los nuevos ídolos será nuestra tarea de ahora en adelante… A ver, vosotros que oís, tomad una lanza y cabalgad un flaco rocín, y arremeted contra los gigantes televisivos que os hostigan para secaros el seso, destrozad sus flancos y sus vientres, atacad sin descanso hasta que no os queden fuerzas…

Quizá nuestra actuación sea tan perfecta y verosímil que, mañana al despertar y observarnos al espejo, nos pidamos un autógrafo y, gustosos, nos lo entreguemos.








Manifiesto UM-r




Presentación.


Este es el último texto aducido a los Reevolucionarios[1], de quienes no se volvió a tener noticia desde la penosa publicación del Manifiesto Revolucionario aparecido en Notas al margen No. 2, serie de tres volúmenes del Proyecto Curricular de Humanidades y Lengua Castellana de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas (Bogotá, Colombia). El texto en sí no merecería mención o publicación alguna, de no ser porque representa la renuncia de uno de sus cofundadores, quien desea no verse ligado de ninguna manera a las propuestas expuestas allí, no por comprometedoras sino por falta de compromiso propio y ajeno en lo expuesto en ese primer manifiesto publicado (que en realidad es el segundo escrito por el binomio fundacional), y que hace parte del grupo Udistritopía, un ente completamente diferente. Sentada la anterior aclaración, esperamos no cause mayores desconciertos la publicación del Último Manifiesto Reevolucionario.







Manifiesto UM-r
(O último manifiesto, ésta vez sí, reevolucionario).


Por R. L.
Imagen Sharird Leno


Manifiesto que no estoy muerto, no lo he estado y, eso no se duda, lo estaré algún día… Sin embargo, aún mi pecho pulsa incesante, mi cerebro todavía funciona (angustioso que suceda!), mis ojos siguen observando al horizonte.

Por eso (porque aún estoy vivo), me desconcierto al observarme al espejo y que me tilden de revolucionario –Manifiesto Revolucionario. En: Notas al margen…-. Por lo general, al pensarlo, me suelto una carcajada y me lavo los dientes… Nada más falso y descarado! YO, REEVOLUCIONARIO (valga recalcarlo y en negrillas ponerlo –con doble e, no olvidar), prometí a mis locuras incinerar todos aquellos libros y escritos –entre ellos manifiestos, “capitales” y revoluciones–, con el único fin de derruir todo aquello que me causara repugnancia. Quizá, y es lo más seguro, coincidan algunos con mi furia iconoclasta. No por ello los acojo ni recibo, puesto que la Reevolución se halla muerta desde su nacimiento, ni les permito que utilicen el remoquete de revolucionario para endilgarme fracasos ajenos.

Cuando digo que la Reevolución se encuentra muerta desde el momento mismo de su nacimiento, no miento. Su padre (yo apenas llegué a ser un descuidado padrino) sufre (más bien sufría) la absurda pretensión de que todos los que leyeran a su hija se vinculasen a sus huestes como simples autómatas… Compadre, usted subestimó a sus lectores!

Sorprendióme mucho el observar el nacimiento de mi ahijada en medio de semejante “desierto” formado por las mentes juveniles de nuestros condiscípulos y parecióme, al contrario, muy normal el hecho de que falleciera a las pocas clases de nacida. Debido a ello, y por mera curiosidad frente a lo que esto podría acarrear, le sugerí al compadre la utilización de diversas artes negras con el fin de traerla de nuevo entre los vivos… Tamaño error el nuestro, compadre!!!... Su pronta conjuración sublimó sus ansias de venganza y, muy pronto, se abalanzó sobre el engranaje oxidado de nuestra sociedad. Incluso, en este momento, arremete en contra mía, escudriñando mi vientre en busca de respuestas que no puedo proporcionarle.

No obstante, la experiencia de la muerte parece haber hecho mella en su conducta y en sus ideales… Ya no vive de ilusiones y se entrega gustosa a la pura destrucción! Una destrucción que va más allá de nuestros simples alcances físicos… Una destrucción que no logramos dilucidar completamente, destruyendo las abstracciones por las que luchamos y entregándonos, a cambio, su cadáver descompuesto en un festín digno de ideófagos. Ya no vive de los sueños fétidos de un par de seudoadolescentes (cuyo sueño verdadero, quizá, fue convertirse en dictadores), ni de las migajas filosóficas que estos pudiesen ofrecerle… Las ha asimilado y convertido en propias, como un patrimonio con el cual empezar a generar la semilla de una nueva y, ojalá, diferente generación.

Y hasta aquí llego en mi padrinazgo, desenfadado, tranquilo conmigo mismo, con un poco más de amargura que antes, pero con el conocimiento tormentoso de los pasos dados en la oscuridad que, por entonces, tratamos de dar.





[1] Movimiento insignificante de dos personas que escribieron, según parece, tres manifiestos hacia finales del año 2004, de los cuales apenas uno fue publicado en medio físico. Al parecer, se disolvió debido a que nadie más quiso formar parte del mismo y sus fundadores decidieron partir por rumbos diferentes para jamás volverse a encontrar en los caminos de los movimientos sociales —si se le puede llamar de esta manera—. Se puede decir, como en el mismo manifiesto se confiesa, que murió acto seguido a su nacimiento, por lo que no se le considera una propuesta innovadora.


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